70 años de historias | Juan Olita

Para celebrar nuestro septuagésimo aniversario, en 2018 documentamos siete historias de siete colaboradores que nos han ayudado a impulsar el crecimiento de ATMA en los últimos 70 años. 

Te invitamos a conocer la historia de Juan Olita.

Entré a ATMA con 19 años. Recuerdo la fecha exacta: el 2 de diciembre de 1974.

A esa edad jugaba al fútbol en Cerro, pero cuando vi que mis padres necesitaban que trabajara, salí a trabajar. Fui un sábado a hablar con el gerente de ATMA y el lunes estaba arrancando.

En ese entonces estábamos en la fábrica vieja, en la calle José Serrato. Era un lugar muy distinto al de ahora y sobre todo eran muy diferentes las máquinas, algunas hasta eran manuales. Había una a la que le decíamos “la palanca”, con la que hacíamos las tapas de bidones una a una. En esa época también hacíamos los cajones de pesca. En una hora sacábamos unos quince cajones. Ahora en ese mismo tiempo están saliendo como cincuenta.

Después de trabajar en la parte de máquinas pasé a otras tareas, como el control de cantidades y luego, ya en la fábrica nueva, me dedicaba a levantar la producción y trasladarla. Al principio se hacía con un carro, cargando y descargando. Luego se modernizó y pasé a trabajar con un elevador.

Era un trabajo que me gustaba, estar yendo para arriba y para abajo, en movimiento, sin detenerme. Para mí lo importante en el trabajo era rendir bien, porque eso es lo mejor que puede dar uno. Y darle para adelante siempre en todo, en el trabajo y en la vida. Mirar para adelante y ayudar a los otros, que hoy es algo más difícil de encontrar.

Con el paso de los años y en la fábrica nueva el trabajo fue cambiando. A algunos les costaba adaptarse porque cada vez se trabajaba más rápido. Había generaciones distintas, una de más veteranos y otra de jóvenes. A los más veteranos nos decían “locos” porque nos enojábamos cuando los más jóvenes no hacían las cosas bien. Pero nosotros les hablábamos, les enseñábamos.

Pasé toda mi vida en ATMA y pasaron muchas cosas en esos años. Me casé muy joven, poco después de entrar, y tuve dos hijos.

Estando en la empresa sufrí una enfermedad muy grave, de la que por suerte me pude recuperar y volver al trabajo luego de nueve meses. El mejor recuerdo que tengo es del apoyo que recibimos mi señora y yo en ese momento. Hasta el día de hoy me siento agradecido y me emociono por eso. Porque esas son las cosas de las que uno no se olvida. Y además tengo el recuerdo de un montón de buenos momentos, de encuentros y festejos. Y de compañeros que eran personas buenísimas. Algunos ya están jubilados, otros fallecieron.

Estuve en la empresa 40 años. Al principio cuando me jubilé me costó el cambio, pero ahora disfruto de esta etapa y sobre todo del tiempo que paso con mis nietos. Y sigo conservando la amistad con esos compañeros de toda la vida en ATMA, con los que todavía nos seguimos juntando, compartiendo comidas, yendo juntos al Carnaval.